viernes, 28 de octubre de 2011

Irdiana, la tierra de los trigales 3


[coma sempre vai sen corrixir por culpa da miña impaciencia D: ]
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3: Felix

- Señorita – dijo entrando despacio en el gran salón – Aquí esta el chico nuevo, el que buqué para sustituirme.

- Vaya, ya iba siendo hora – contesto la mujer sin apartar la vista de su libro - ¿Sabés, hay demasiados escritores sin imaginación, pero esté, esté se lleva la palma?

- ¿Le digo que pase?

- Si claro. ¿Crees que aguantara?

- Confío en el, es un buen alumno. Se ha quedado sin familia, necesita a alguién que lo guie.

- Querida Mariom, ¿tanto confías en mi?

- Es un buen chico Iridiana, no lo trates mal ¿vale? Tienes corazón suficiente para no llevarlo por mal camino, aunque tu no lo creas.
Corazón. Era la palabra favorita de Mariom: corazón. Los humanos tienen corzón, un corazón que late y bombea vida a través de kilómetros de arterias. Un musculo que ama y sufre. Mariom si que tenía corazón, tierna, dulce, espontánea y luminosa, llena de la energía que a Iridiana le faltaba, con un corazón que bombeaba sangre por las dos.

- Mariom, quedate al menos una temporada con nostros. Dos semanas, no más. No te quiero por más tiempo cerca de mi, no es bueno para ti.

El muchacho entró desconfiado, le extrañaba mucho que una de sus profesoras le hubiera buscado, no solo un trabajo, sino también una casa.

- ¿Como te llamas? – Preguntó sin ni siquiera levantarse

- Felix.

- Toma asiento, Felix – y mirando a Mariom comentó- habrá que hacer algo con su nombre, ¿no crees? Necesitará algún disfraz, y no hay mejor disfraz que un nombre falso. Lo de Klar Ken, creedme, no es solo cosa de las gafas. Mariom, ¿nos haces un te?

- No me gusta el té, pero gracias señora. – contesto amablemente el chico, quien cohibido no dejaba de refregarse las manos.

- No tomas te … - murmuró.

- Lo tomaré si usted lo desea.

- Aaaaaag, no seas pelota. Toma lo que te venga en gana. Y no me llames señora. Señorita esta mejor, sino me siento vieja.
En verdad Iridiana no parecía vieja, a su espalda corrían ya algunos años, pero su cuerpo era aún joven y fuerte. Nadie sabia exactamente la edad que tenía, hablaba de un modo extraño y mantenía algunos modales que parecían realmente arcaicos, como la manía de que la llamaran señorita y la trataran de usted. No le importaba nada, y a veces el lenguaje de sus conversaciones se tornaba turbulento. Felix no tardó en quedar fascinado por aquella personalidad tan potente, tanto fue así que durante un par de minutos no fue capaz de reaccionar como una persona normal.

- Escúchame, y escúchame bien. No tengo ningún aprecio por mi vida, simplemente porque no es mía, me importa un bledo lo que me pase, y me importa un bledo lo que te pase a ti, asique mientras estés en esta casa, mientras comas, duermas o cagues aquí, ándate con ojo. El láudano puede caérseme en tu sopa, o un cuchillo de carnicero puede descuartizarte sin querer mientras duermes. ¿Entendido?

- Ehmmm, no- dijo sonrojado y temeroso

- Mas sencillo: si me disparan, acuchillan, tiran desde un puente, envenenan o descuartizan, yo no me haré responsable de lo que te pase a ti. ¿Queda claro? Si te digo que te quedes, te quedas, y si desobedeces te rescatarás tu solo, ¿queda claro?

- Si.- dijo frunciendo el ceño y diciendo para si “loca”. Mariom le había advertido de que disfrutaría asustándolo y de que aunque su vida era a veces un poco sobresaltada, la mayoría de las veces no pasaba nada en aquella gran casa.
Poco sabía Felix de todo lo que había pasado. De que había pertenecido a otro mundo, de que la habían robado de el, de que su cuna ya no era su cuna, ni su cuerpo su cuerpo, de que nada le pertenecía y de que ni siquiera su nombre era verdadero. Pero había tiempo, lo descubriría.

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