sábado, 29 de octubre de 2011

Iridiana, la tierra de los trigales.


Advertencía: nos dialogos poden encontrarse algunhas palabras de non moi bo gusto.

CAPITULO 4: Cristobal Matias.
Habrían pasado solo un par de días cuando Iridiana le pidió a Felix que la acompañara a su cuarto para leer o ver alguna película vieja. Adoraba las películas sin color, y de echo tenía una pared entera llena de DVD’s con grandes clásicos entre los que sin embargo, no se desdeñaba el color. Fue aquella noche cuando el joven pasó a ser oficialmente el secretario o ayudante de Iridiana.
- ¡Señorita! – grito Mariom desde el corredor - ¡Señortia! – volvió a gritar mientras entraba apresurada en su cuarto.
- ¿Que? – contesto sobresaltada y casi aterrorizada, cosa que sorprendió bastante al joven.
- Han llamado … han llamado del hospital. ¡Del Hospital! ¿Entiende?
- Mariom, ¿de que hablas?
- El Doctor Cristobal Matias ha sido ingresado de urgencia, ¿no recuerda que le pagamos a las enfermeras para que nos informaran?
Si Iridiana hubiera podido palidecer, marearse o desmayarse lo hubiera echo sin lugar a dudas.
- Vestios, vestios inmediatamente. ¡Vamos, ya estáis tardando! – gitó histérica.
- Señorita ¿Qué pasa?
- Cristobal, eso pasa. – y no fue capaz de responder nada más.
Mariom y Felix la esperaron en el coche, ella que tanta prisa tenía era la que mas tardaba.
- Entrarás con ella. Serás su sombra a partir de ahora.
- Por que yo, ¿Mariom? Es joven, ¿Por qué necesita a alguien tanto? No es una niña, ¿por que tienen que vigilarla como tal? Ni siquiera sé que hago aquí – comento agarrado firmemente al volante, como temiendo que sus pies lo fueran a llevar a otra parte.
- Ya lo entenderás. Ya ha pasado demasiado tiempo sola.
- Es joven, tanto no puede ser.
50 años, pensó Mariom, más los 20 que tenía cuando la trajeron de vuelta. 70 años sola. 70 años es una edad considerable, y si sus cálculos no son acertados, tendrá muchos más algún día, quizás otros tantos. Quién sabe. Mariom la niña ya no estará para cuidarla, para recordarle lo que es ser humano, para recordarle lo que fue en su infancia, y tampoco estará Felix, el aventurero. No me ha preguntado nada, y tiene miedo, pero aun así no se va, sabe que hay algo raro y no se va, Felix el aventurero. Tenemos que buscarte un nombre, tus ojos son los mios hace 15 años, Mariom la niña. 15 años dándole mi vida y ahora me aparta de ella para cuidarme, como siempre lo ha hecho. Mariom la niña será madre. E Iridiana, a ella se lo han quitado todo.
- En Marcha – dijo la apresurada Iridiana subiendo rauda al coche.
***
Entraron a hurtadillas sobornando a alguna de las enfermeras, y Felix que estaba muerto de miedo, no era capaz de decirle que no a nada.
Al entrar en la habitación se dirigió a el por vez primera: quédate en esa esquina, no te muevas, no pestañees, si es posible respira lo necesario, y por nada del mundo me interrumpas, ni evites que haga algo, haga lo que haga.
- Ines ... – susurró el enfermo.
¿Ines pensó Felix?
- Vaya, con tanto tubo pareces un marciano. – contestó tajantemente la mujer
- Aun conservas tu sentido del humor macabro.
- El que tu me regalaste. – dijo dibujando una sonrisa siniestra
- Están quí, ellos, tu los conoces. ¿no me salvaré verdad?
- No, es la hora que ellos han elegido para ti. No haré nada en contra.
- Ines … - suplicaba.
- No. Eres afortunado, eres importante por eso vienen en persona. Vete, deja que te lleven, no luches, puede que tengas suerte y te dejen purgar tu alma. Tienes que pagar, tu alma por la mía, es sencillo.
- Si, es sencillo. Tu alma por la mía. Tu les perteneces a ellos, yo no.
- Que equivocado. Salda tu deuda cobarde, yo ya saldaré la mía. ¿no recuerdas como me dejaste desgraciado hijo de perra?
- Te seguí amando toda la vida.
- Mierda para ti y tu amor.
- Por favor, no dejes que me lleven, negocia con ellos, diles, diles que me dejen quedarme como te dejan quedarte a ti.
- Si me quisieras de verdad no te costaría tanto ir con ellos, me librarías por fin de esta puta condena. Tu alma por la mía, ese fue el trato.
- No, no, no – decía casí sin aliento.
- Si, ese fue el trato, cuando me clavaste la estaca en el pecho, ese fue el trato. Tu alma por la mía.
- Cuando despertaste no eras la misma
- ¿Puedes imaginar lo que es ver terror y asco en la cara del único hombre al que podrías haber amado en toda tu vida? Si de verdad me hubieras querido nada de esto habría pasado, ellos no estarían aquí y yo habría envejecido a tu lado. ¿has visto en sueños los trigales?
El hombre seguía llorando sin aliento
- No … me atrevería a decir que has mirado las tres lunas. Si, las tres lunas. Ojala ardas en una de ellas.
- A pesar de mis errores, ¿fue todo tan malo?
- El problema es que no solo me hiciste regresar, sino que rompiendo las promesas que les hiciste jamás pude irme, ¿lo pillas, cielito? Me desviaste de mi camino y no puedo volver atrás. Ellos mismos lloran esta condena y nisiquiera saben si llevándote con ellos yo seré libre. Quién sabe, igual me quedo aquí y me dedico a joderles la vida a tus hijos.
- Inés, miña Inés querida…
- ¿Inés? Inés está muerta, dos veces muerta, gran hijo de puta. Si los ves, saludalos de mi parte y diles que me perdonen por la pequeña maldad que voy a cometer.
- ¿Qué maldad?
Entonces Iridiana, con los ojos llenos de hielo, desconecto las maquinas que lo habían sostenido en vida y cuando sus pulmones se pararon y su corazón dejo de latír volvió a conectarlos y esperó a que los médicos entraran a certificar su defunción. Desde las sombras el chico contemplaba la escena horrorizado, temiendo que lo detuvieran por complice de asesinato, sin embargo los médicos entraron sin prestarle mucha antención y sin preguntarle nada a la mujer.
- Vamos – dijo Iridiana
- Si, señorita.
- Nada de hacer preguntas.
- Si, señorita.
- Y quita esa cara de fantasma, no nos hagas parecer culpables.
- ¿es que no tiene conciencia ni moral?
- ¿Yo?
- Mucha, pero prefiero no usarla para que no se me desgaste. Deberías hacer lo mismo cuando estés conmigo. Al menos pillas de que va esto, estuvo bien el que no me detuvieras.
- Si, genial – dijo enfadado – ahora soy cómplice de asesinato.
- Exagerado, solo le aceleré el viajecito.
- Asique se dedica a eso, ¿a acelerar viajecitos? – contesto acaloradamente mientras atravesaban el parking.
- Eh, no te pases.
- O me lo explica o me marcho.
- Aggg, haz lo que te salga de ahí. No voy a explicarte nada.
Felix estaba a punto de dar media vuelta e irse pero entonces vió a Mariom esperándolos tumbada sobre el capó del coche. La camiseta ajustada marcaba ya un poco la curva de su embarazo. No quería dejar a Mariom sola, inspiraba en el una ternura inusitada y mirándola parecía que nada de lo que Iridiana pudiera hacer fuera peligroso.

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