El retrato de la muerte en nuestra sociedad aparece de muy diversas formas, y aunque sigue tienendo cierto rango de tabu lo cierto es que imagenes de este caracter nos rodean. Baste encender la tele para percatarse.
Pioneros fueron en su momento los reporteros de Guerra y sucesos, a parte de los fotografos de toda la vida que ofrecian sus servicios de retratistas postmorten.
Pero vayamos a la fotografia de sucesos. Un nombre destaca enttre todos ellos, al menos para mi gusto. Enrique Metinides. La primera vez que vi una de sus obras fue en el museo de Cultura de Sepulcral de Kassel, y aquella imagen tan aterradora como melancolica y tierna me sigue persiguiendo hasta hoy.
Lo cruel de los retratos de Metinides se compensa con ese gusto por lo artistico y meticuloso que impregna toda su obra y que parece hablarnos no de un simple reportero, sino de alguien que tras el objetivo esta sintiendo en propia carne el horro de la imagen. ¿horror?
No voy a poner aqui ninguna imagen de Metinides, googleimagenes hará el trabajo por mi, pero debo advertir antes de que sus imagenes no sirven para cualquier publico. ¿o si?
El halo de ternura que impregna su obra es lo que realmente fascina, la violencia hecha amor al arte, amor al mundo, casi podría decirse que amor a la vida. Si uno, viendo sus fotos, no repara en como su corazón late, como sus pulmones se inflaman, y como sus ojos se llenan de color, etonces es que no tiene alma.
Eso es Metinides: una ventana a las ganas de vivir, una vista desde el abismo de la muerte cruel y repentina, esa muerte que sesga la vida en menos de un suspiro.
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