Cariño es una
palabra cálida y tierna que describe desde la suavidad de un afecto hasta la
pasión melosa de un amor. Útil para hablar sobre amantes, perros, amigos y
otros seres agraciados con nuestro querer, es además, el nombre de una
población gallega bañada por aguas atlánticas y en cuyas tierras crece, como
en tantas otras partes de Galicia, la hierba de enamorar (nombre científico:
Armeria Pubigera) . De echo, la extraña
relación de ideas que me ha llevado a este post ha partido de la flor
blanquecina que luce mi hierba de enamorar (tranquilos amigos cercanos, no
terminará en ninguno de vuestros bolsillos) en estos lustrosos días de Julio ( y lo de lustroso lo digo por que con este clima invernal los días duran lustros adormecidos).
Desde pequeña Cariño, Cedeira y Ortigueira
sonaban en mis oídos como nombres exóticos de lugares mágicos, aunque no se la
razón de tales pensamientos. Cariño
vivió su apogeo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX gracias a las
fábricas de salazón abiertas por empresarios catalanes, sin embargo su historia
es más lejana, y su bautismo más hermoso. Los vestigios aruqueológicos más
antiguos de asentamientos en la zona pertenecen al paleolítico. Existen restos
de cultura megalítica y se cree que fueron los lapatiancos los pobladores con
los que los romanos se encontraron a su llegada.
¿Y su bautismo
como fue? Os preguntaréis. Hay que remontarse a la época castreña. Dícese que
uno de los señores del castro tenía una hermosa hija rubia que falleció a
temprana edad. Tras la muerte de esta padre y hermano se unieron a la
expedición del jefe celta Ith y una vez subidos al navio, al despedirse de
su tierra dijeron: Adeus, meu cariño.
Dícese también que antaño solo moraban por esas tierras un matrimonio de
pescadores con su diez hermosas hijas, las cuales paseando por la playa se
encontraron con trece marineros neufragados a los que cuidaron con esmero y
cariño. Al recuperarse y dado que sobraban tres, echaron a suertes quienes
serían los desafortunados que deberían irse. Los tres, al llegar a su tierra
natal fueron interrogados. De donde venís, les preguntaron, a lo que
contestaron: del pueblo de los amores, donde todo es cariño.
… donde todo
es cariño. ¡Ojalá! Ojalá existiera un lugar así, donde todo es cariño, donde no
hubiera miedo a darlo, ni a perderlo, donde solo existiera para saborear y
regalar, donde se supiera agradecer. Quizás existe, quizás es lo que llaman
cielo, pero desde luego, no pertenece a este reino mortal.
... y bueno, despues de este rimbombante post, me despido de ustedes hasta la próxima ...
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