miércoles, 20 de febrero de 2013

De los evangelizadores y evangelizados

A veces me replanteo muy seriamente la parte pública de mi trabajo, esa parte que consiste en mostrar y explicar a los que carecen de los mismo conocimientos unas imágenes o actos de hombres de y mujeres del pasado que ni van ni vienen con el presente diario de miles de personas. Y es que, al fin y al cabo tal y como lo acabo de describir, o incluso camuflado bajo palabras menos pretenciosas a veces llego a pensar que los Historiadores e Historiadores del Arte, Estudiosos de la Filosofía ( que no filósofos) hablan como si fueran evangelizadores de las masas ignorantes. 

A mi, personalmente, el evangelizador siempre me ha parecido una figura aterradora pues, al fin y al cabo, es un conquistador silencioso que con su palabrerío va calando en los usos y costumbres de una sociedad, creyendo que aquello que explica salvará almas y vidas, creyendo que su moral es mejor que la de otros, que su dios es mejor, que sus hábitos (en su doble significado) son mejores. 

Los historiadores del arte pretendemos a veces ser como esos evangalizadores que van cambiando taparrabos por corbatas, enseñando a los "ignorantes" quién era Velazquez. Y sin embargo, de esos mismos "ignorantes" deberíamos aprender que se puede respirar, vivir y y amar sin saber quién pinto a las Meninas, ni quién era Mondrían. A veces, inmersos en los papeles de las bibliotecas y los mundos pasados se nos olvida que una gran parte del conocimiento humano reside en el saber, sin más, vivir con uno mismo y con otros, no haciendo falta para ello ser un herudito en materias fijadas sobre papel impreso ...


... en resumen: crisis de fé ... 

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