viernes, 8 de febrero de 2013

Centro Gallego de Madrid


Dicen que hoy me he levantado atizadora, y que padezco de un borderio sin igual, asíque haciendo honor a quien lo dice … vo y  a atizar. Preparense señores:
El Centro Gallego de Madrid existe y a la vez no existe, y la explicación no se encuentra ni en la filosofía ni en la física cuántica. La explicación es mucho más sencilla que eso: El Centro Gallego de Madrid está, pero vive en un mundo paralelo que no sabe proyectarse hacia la ciudad (aunque las malas o bondadosas lenguas digan que el señor presidente si se proyecta lo suficiente como para codearse con la flor y nata de la sociedad madrileña)
Tras habérsele acabando el enchufe con el señor Fraga, y por ende con la Xunta de Galicia, el Centro ha recurrido a la asfixia económica de los socios, y la prostitución de sus salas para poder sostenerse, de tal manera que allí mismo se imparten cursos de chapa y pintura o se comparten centro y actividades con la sociedad filipina ( no tengo nada en contra de los filipinos, de lo que estoy en contra es de que el centro tenga dichas relaciones interculturales y no sepa sacarle provecho para hacerse ver).
Y es que no se puede existir solo en nombre, hay que moverse, hay que actuar y hay, por encima de todo, que tratar bien a los socios y los integrantes de las agrupaciones folclóricas dependientes de este organismo. Y es que en el fondo al Centro Gallego le pasa lo que a muchas asociaciones de este tipo, que les puede más el ego y el titulo que cualquier otra cosa y obran a trompicones, sin fijarse unos objetivos, creyendo que los demás pueden ir y venir al son de las mareas que ellos marquen. Pasa aquí y ha pasado en todas las asociaciones culturales en la que he estado.
En fin,
        ¡Avive el seso y despierte! ¡Aprovéchese lo que hay construido para hacerlo brillar!  

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