Hace unos
cuantos años se puso de moda el necroturismo, y ahora que ya hemos admitido que
esos lugares de descanso tienen también cosas bellas que ofrecernos, se abre un
nuevo camino para el turismo silencioso y diferente. El turismo de lo
abandonado.
Aquí y allá se
extienden por nuestra geografía edificaciones, sobretodo de carácter industríal
totalmente abandonadas, cayéndose a pedazos o siendo nido de gatos en celo.
Esqueletos de un tiempo diferente que se han quedado totalmente obsoletos. Hay
unos cuantos atrevidos que armados con cámaras los asaltan tácitamente de vez
en cuando. Si os gusta la adrenalina pero no bajar rápidos de un río o hacer
puenting, esta podría ser vuestra nueva afición. Combinar lo bello de un tiempo
pasado, con la morbosidad del allanamiento tiene que ser un buen cóctel.
Los enamorados
de la fotografía tienen en esta clase de lugares un oasis por descubrir. Los
enamorados del arte formas de familiaridad oculta o lejana. O los preocupados
por el patrimonio una forma directa para conocer el estado del mismo y dejar
que les asalten las lágrimas ( aunque para esto baste con abrir el periódico o
poner el telediario todos los días).
Bueno, si
alguno de vosotros se anima, debería seguir cuatro normas básicas:
1.
Entrar sin ser vistos.
2.
No dejar rastro.
3.
No levarse nada.
4.
No revelar la ubicación del lugar.
5.
No modificar el estado de esos lugares
6.
No entrar si se advierte peligro.
He aquí un ejemplo:
1 comentario:
Vaia!
Se cadra ese é o futuro de Galicia: o necroturismo.
O abandono no que estamos inmersos pode propiciar co tempo un obxectivo de nivel descomunal para os necroturistas.
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