lunes, 15 de diciembre de 2008

La Primavera y el Nacimiento de Venus

Primavera
Son estos dos de los cuadros mitológicos de Botticelli con mayor complejidad iconográfica. Muchos han sido los estudiosos de estas obras y sin embargo no se ha llegado a ningún acuerdo, muchas son las interpretaciones y pocas las certezas.
Ambos cuadros se realizaron para Lorenzo de Pierfrancesco, primo de Lorenzo de Medicis, y debían decorar las estancias de la Villa del Castello. De dimensiones considerables las figuras y ambientación de la Alegoria de la Primavera recuerda a algunos tápices nórdicos. Uno de los primeros problemas al enfrentarnos al análisis de esta obra es la localización concreta del texto en que se basa Botticelli para su ejecución. Una de las interpretaciones más clásicas es la que ve en el cuadro la representación del amor cortesano entre Simoneta Vespucci y Guiliano de Medicis, ilustrando de esta forma el poema de Poliziano llamdo la Giostra [Recordemos que Poliziano formaba parte de los circulos filosóficos que rodeaban a Lorenzo el Magnifico y que, ademas, formaba parte de la Academia Platónica de Florencia, fundada por Ficino, instructor de Lorenzo de Perfrancesco], no obstante, la descripción que realiza del poeta de Cupido, oculto y apuntando al corazon de Guiliano, no se ajusta al cuadro.
Lo más seguro es decir que la interpretación del cuadro se debe realizar bajo las teorías neoplatonicas de Ficino y concretamente ciñéndose a sus teorías sobre el amor como guía del filósofo. Encierra, por tanto, un significado filosófico.
En el centro fisico y óptico del cuadro se representa a Venus, vestida pero reconocible por el pequeño cupido que la sobrevuela con los ojos vendados y el arco tensado apuntando decidido a una de las Gracias, mujeres que vestidas de transparencias parecen bailar relajadamente a la derecha de la diosa ajenas a la escena izquierda donde el Céfiro, viento suave de la primavera, persigue a lo joven e inocente Cloris, gris en su atavío, sin joya alguna, muy diferente de Flora, su metamorfosis, quien esparce flores de manera alegre, olvidando por completo quien era antes de que Céfiro le hiciese conocer la dulzura del amor.
Wind, que centra su discurso en la teoria neplatonica del amor nos dice que el cuadro se divide en tres zonas, la central para Venus y las laterales para un conjunto de personajes. A la izquierda de Venus asistimos a la metamorfosis visual de Cloris en Flora, siguiendo los Fastos de Ovidio en la que ella misma dice: Fui una vez llamada Cloris y ahora Flora. Céfiro representaría al amor, el ciclón de la pasión que persigue a la castidad, encarnada en Cloris ( representada en la desnuded de la tierra, invierno, antes de conocer el amor, el cual generará la primavera, Flora), de la unión de ambos surge la belleza, representada como Flora. Este grupo tiene su correspondencia en las tres Gracias, a la derecha de Venus. Wind las entiende como una representación dialéctica, colocadas palam con palma para sugerir el encuentro. Venus es aquí una diosa de la concordia, moderadora entre las dos caras del amor y los dos grupos que no representan más que las dos fases consecutivas de la teoría del amor neoplatónico: todas las cosas emanan de la divinidad y tras un proceso de ascensión logran reencontrarse con ella. Venus se identifica, pues, con la Humanitas.

2 comentarios:

manelecia dijo...

jesús, jesús, qué cosas ...

Anónimo dijo...

Deus, que diria do reves eu agora ?
^.^